lunes, 16 de marzo de 2009

Una historia de amor imposible (segunda parte)

….. Fue pasando el tiempo muy lentamente, 5 meses que parecieron eternos. Philip se sentía lleno, aún cuando la princesa había rechazado su propuesta de matrimonio. Diariamente sus sentimientos se agolpaban en su garganta, a tal punto de querer explotar y gritar todo lo que pasaba en su interior, sentía que cuando eso pasara perdería todo, absolutamente todo lo que tenía en su vida, que con el paso del tiempo había conseguido recoger en el camino de la vida.
Su vida con Emma era casi perfecta, exceptuando alguna que otra diferencia. El amor mutuo cada día se hacía un poco más grande; eran el uno para el otro. Las tardes de verano se hacían interminables cuando las pasaban juntos, siempre felices, siempre contentos. Solo con observarlos se notaba que podían estar juntos hasta la eternidad. Y así parecía ser.
Eran incontables los momentos de felicidad que pasaban juntos, siempre con una sonrisa, siempre tan felices, que todos los envidiaban. Pero aún así en el pueblo se hablaba de cómo una hermosa princesa como Emma podía estar enamorada de un hombre como Philip, pobre, feo a la vista de cualquier mujer, por sobre todas las cosas, sensible. El pobre era todo lo que repulsaba a las mujeres del pueblo, las cuales se lo hacían notar en todo momento posible.
Fue con el paso del tiempo, cuando Philip comenzó a darse cuenta de que la relación cambiaba día a día, ya que la princesa se encontraba cada vez más distante. Las tardes de amor y felicidad eran de a poco menos frecuentes, y se notaba que ella comenzaba a perder su interés por él.
El pobre ya no sabía qué hacer para no perder el amor de su amada. Se encontraba en una obscura cueva de pensamientos y tristeza. Pero no fue sino hasta una soleada tarde de sábado, cuando el paseaba por el pueblo buscando un empleo, cuando divisó a la princesa de la mano de un joven y apuesto príncipe, nuevo en el pueblo. Sin saber cómo reaccionar, decidió seguirlos con el cuidado a no ser visto. Luego de pasado un tiempo de seguirlos, se detuvieron en un verde claro, ubicado en el valle de las estrellas.
Sus ojos no lograban entender lo que sucedía ante él. Esos dos, se estaban besando apasionadamente, dejándolo al pobre con el corazón roto, llorando desconsoladamente detrás de una sucia roca. Había quedado destruido, tan así que paso la noche detrás de esa piedra, junto a una pequeña fogata, ahogando sus penas en su viejo y amarillo cuaderno, ese aquel que siempre lo acompañaba en sus momentos de tristeza.
Después de esa noche, ya nada volvió a ser igual. Él no pasaba nunca más a recogerla para ir a dar una vuelta por los campos, ni mandaba flores. No, el viejo Philip, aquel que todos habían conocido, había desaparecido para siempre. Pero para su sorpresa, ella lo buscaba constantemente, ya que no estaba enterada de lo que el hombre había visto aquella noche. Fue para sorpresa de ella, una tarde, encontrarlo en la plaza, bajo el mismo manzano donde se habían conocido, llorando desconsoladamente y ahogando las penas en su cuaderno y en una botella de ron. Él, al ver que ella se acercaba, no encontró opción alguna que marcharse rápidamente lejos de ella.
Pero no fue hasta esa misma noche, donde ella, habiendo salido en búsqueda de Philip, logró encontrarlo en el mismo lugar donde lo había visto esa tarde, pero esta vez, su cuerpo yacía en el piso sin vida, a causa de una profunda cortada en su muñeca derecha; el pobre se había suicidado. Llorando, la princesa vio que algo se encontraba al lado del ya inerte cuerpo, un cuaderno forrado en cuero.
Al otro día, luego de haber enterrado a Philip, la princesa decidió dirigirse a su cuarto a ver de qué se trataba aquel cuaderno. Comenzó a leer lentamente todo, hasta terminarlo, y cuando fue así, no pudo evitar dejar escapar un grito desconsolado de tristeza habiendo encontrado lo ultimo que él habia escrito ahi: "Mi corazon no logra soportar lo acontecido, si tan solo ella me lo hubiera dicho, si tan solo hubiera tenido el coraje de decirme que no me amaba mas, esto no habría pasado, pero para esto ya es tarde. De nada sirven ya las lagrimas, porque ya estoy muerto". Y llorando, se dio cuenta de lo que había perdido, que había perdido a la persona que más la había amado en su vida y que nadie la querría como él. Pero ya era tarde, y no había nada más por hacer; solamente optó por encerrarse en su habitación por el resto de sus días, releyendo aquel cuaderno y llorando sin parar.

Fin


Este no es el final que espero para mi verdadera historia. Sinceramente espero todo lo contrario. Aclaro que esto es ficticio, y no es lo que deseo. Lo que realmente deseo es que todo salga bien en mi vida con la persona que amo.

El comienzo de una historia....

Esta historia que aparece a continuación es totalmente real, salvo por los nombres modificados y algún que otro detalle... Espero que lo disfruten!



Una historia de amor imposible

Esta es la historia de una princesa, que conoció a un hombre no digno de su hermosura, pero a pesar de eso, permitió cambiar toda historia existente hasta el momento….

Esta historia comienza en un sitio muy remoto de la tierra llamado Hydeland. Hydeland era un sitio muy agradable para la vida elegante de príncipes y princesas. La gente solía estar siempre de buen humor y feliz. Las parejas acostumbraban a reunirse en la plaza central a conversar, besarse y, hasta a veces, se podía escuchar alguna que otra serenata. Nunca faltaba algún enamorado caminando por la plaza, dirigiéndose hasta el sitio donde se encontraba su novia, llevando consigo flores recién arrancadas en la mano, sin sentir ningún tipo de vergüenza, ya que eso, se consideraba un acto de ternura y romanticismo inimaginable.

Fue una tarde donde la bella y solitaria princesa Emma paseaba por la plaza central junto con sus dos discípulas, Loraine y Danna, cuando decidieron sentarse en un pequeño recorte de verde pasto, justo debajo de un manzano.

La tarde resultaba muy tranquila para las tres damas, sentadas y conversando sobre la vida y el amor, escuchando a las enamoradas parejas hablar, a los románticos cantar y recitar, cuando por la plaza observaron pasar a un joven príncipe junto con sus tres lacayos. La princesa, al observar al apuesto príncipe quedo anonadada con la belleza del mismo. Exactamente lo mismo ocurrió con sus dos compañeras.

Los hombres al ver que las damas miraban fijamente hacia ellos, decidieron tomar la iniciativa de acercarse hacia las señoritas, siempre con una sonrisa dibujada en el rostro. Todos, menos uno de ellos. El príncipe se presentó frente a las mujeres, diciendo que su nombre era Alexander, y presentando también a sus tres acompañantes: Enrique, Lucian y por último al menospreciado Philip. La conversación no tardó mucho en llegar, y todos se pusieron a charlar amistosamente. Luego de pasado un par de minutos, Philip decidió levantarse e irse a caminar un poco por el valle, ya que había logrado notar que no encajaba en esa conversación, porque no había dama alguna que se interesara en él.

Para Philip era todo siempre igual. Nunca ninguna dama se fijaba en el, por lo que recurría a ahogar sus penas en una vieja libreta, de amarillas hojas. Todas sus reflexiones, sus pensamientos, sus sentimientos y sus depresiones se volcaban ahí, solo por el hecho de no poder contar con nadie para desahogarse un poco por temor de ser llamado flojo.

Philip siempre acompañaba al príncipe a todos lados, junto con sus otros dos compañeros. La relación que mantenían entre ellos era muy distante, por lo cual ninguno era capaz de demostrar sus sentimientos.

Las tardes en la que aquellos hombres visitaban a las damas se hacían cada vez más frecuentes, pero siempre excluían al pobre lacayo. Pobre de él. No solo bastaba con observar a las tres parejas felices, sino que también debía de escuchar a los otros tres hombres alardeando sobre como lograron conquistar a las mujeres, y sobre como lograrían llegar a lo profundo de su corazón para quedarse ahí para siempre, dejando huellas imborrables.

El pobre Philip se sentía tan distante a todo, que por las noches lo atormentaban las ideas sobre que se iba a quedar solo para siempre, ya que nunca lograría conseguir una mujer que llenara al menos un pequeño espacio en su corazón. Lo suficiente como para no sentirse tan vacío por las noches.

El tiempo fue pasando y las tres parejas ya estaban completamente definidas, pero ahora habían logrado que Philip se integrara al grupo, pero como solo como un amigo. Al menos ya no se sentía tan solo, ya que a medida que el tiempo iba transcurriendo, se fue dando cuenta de que podía confiar en las tres damas como nunca había logrado confiar nunca en nadie.

Cada día que le era posible, Philip se habría un poco más hacia las mujeres, pudiendo así desahogar sus sentimientos por completos. Pero en especial con una de ellas, lograba sentirse más cómodo; con Emma.

De a poco, las conversaciones con la princesa se hacían cada vez más largas y más profundas, llegando así a conocerse el uno al otro casi por completo. Habían logrado conformar una amistad inigualable. Hasta lograban compenetrarse en los ojos del otro al hablar, casi logrando sentir lo que sentía el otro. Era todo un mundo nuevo para él.

El tiempo fue pasando, y la amistad se hacía cada vez más fuerte. El lazo afectivo que los unía se hacía casi irrompible. Hasta que algo inesperado sucedió; Philip se dio cuenta de que estaba profundamente enamorado de Emma, pero, no podía hacer nada al respecto, porque era la mujer de su señor y sería una traición. Además, ¿Quién podría fijarse jamás en el horrible Philip? ¿Y, arriesgar todo por algo que quizá nunca resultará? Esas preguntas y muchas otras más rondaban por su cabeza constantemente, hasta que tomó la decisión de no hacer nada, y guardarse todos esos obscuros sentimientos por siempre muy dentro de sí mismo.

Mucho tiempo después, un día el príncipe decide salir de caza con sus tres lacayos. O al menos eso era lo que creía Emma. La realidad era que Alexander había decidido ir hasta otro pueblo, a visitar a una señorita.

Philip no lograba entrar en sí cuando divisó semejante escena. El príncipe se encontraba besando a esa extraña, a escondidas de Emma, y él, ahí, sin poder hacer nada. Fue tal el profundo sentimiento de ira mezclado con odio que se generó en su interior, que no tuvo más remedio que volver a deprimirse y encerrarse en su propia tristeza.

Él ya no lograba ver a Emma a los ojos. Era algo que se le hacía imposible, porque es sabía que ella confiaba plenamente en él, y él solo le estaba fallando. Le estaba fallando a la persona que más confiaba en él, y también le estaba fallando a su amor secreto.

Las preguntas volvían a dar vueltas por su cabeza. ¿Que es lo que tengo que hacer? ¿Me debo arriesgar a perderlo todo solo por sentirme bien conmigo mismo? Todo eso y mucho más se preguntaba mientras estaba recostado en su catre, sin lograr frenar las lágrimas que caían por sus mejillas. Todo era tan incierto que no lograba ni creer en sí mismo.

Tan desesperado se encontraba por no saber con quién descargar sus sentimientos que decidió requerir a Danna, con quien había logrado entablar una amistad. Sin más remedio decidió contarle todo, absolutamente todo. Desde lo que sentía por la princesa hasta lo que había pasado en aquel pueblo.

Sin más remedio alguno, ella le dijo que no había otra opción que contarle todo a la princesa. Que era lo mejor para ella, y que se despreocupe por lo que sentía por ella, ya que podía ser que Emma también sienta algo por él.

Aún sintiéndose una escoria, Philip decidió ir a descansar. Pero a media noche el relinche de un caballo logró desconcentrarlo de aquellos pensamientos que merodeaban por su mente. Era un mensajero enviado por Loraine, que llevaba consigo un mensaje urgente.

Una vez recibido el mensaje, él decidió subir de nuevo hasta su habitación y leer el mensaje que decía algo así: “ Querido amigo: Hago llegar este mensaje a vuestras manos para comunicar que Danna ha decidido contarle todo a la princesa mañana, la cual ha sido citada en mi habitación al amanecer. Agradecería tu presencia. Loraine.”

Philip no logró dormir en toda la noche, y ya cuando el alba asomaba, se encontraba en la puerta de la habitación de Loraine, sintiendo pánico, ya que no sabía lo que podría llegar a pasar.

Una vez adentro se encontró con la escena de la princesa llorando desconsoladamente y a sus dos amigas a su lado intentando, sin resultado alguno, consolar a Emma. Philip decidió quedarse a un lado de la puerta, repasando en su mente la idea de salir corriendo, pero luego de un poco de lucha con su propia mente, decidió quedarse.

Luego de un par de horas, las dos damas decidieron dejar a Philip y Emma a solas. Él no sabía qué hacer, intentaba hablar, pero sus palabras no lograban salir de su boca. Hasta que logró formular una sola palabra: “Perdón”.

La princesa asombrada, decidió abrazarlo y decirle que estaba todo bien, que no había sido su culpa, que él no tenía nada de culpa por lo que había sucedido.

Luego de unos momentos de conversación, se acostaron los dos, mirándose de frente, sin correr palabra alguna por parte de los dos. Hasta que la incomodidad se hizo notar, cuando notaron que sus labios se encontraban a unos pocos milímetros.

Nunca nadie supo quien se tomó el atrevimiento de avanzar, pero lo que se sabe es que sus labios lograron juntarse, formando un tierno beso, con mezcla de melancolía y temor. En ese preciso momento entró Danna a la habitación, logrando divisar ese tierno beso.

La tarde pasó sin más problemas, hasta que decidieron trasladarse a la habitación de Danna, en la cual se encontraba Enrique. La princesa, enfurecida, decidió ir al valle a recoger algunas flores, a lo cual Philip decidió acompañarla. Pasaron un largo rato juntos, sin siquiera decir palabra alguna.

No fue hasta el momento de subir la escalera que se dirige a la habitación de Danna, cuando Philip, juntando coraje intento besar a la princesa en la mejilla. Pero esta, sorprendida a ver ese movimiento decidió correr la cara, posicionando sus labios contra los de él, generando así un beso, que pareció eterno.

Luego de eso, la princesa se despidió con un tímido beso en la mejilla y se dirigió hacia su habitación, dejando a Philip desconcertado y sorprendido en el cuarto de Danna, sin aún poder creer lo que había pasado, e imaginando lo que podía llegar a pasar en el futuro.

Pero pasó lo predecible. El príncipe había logrado enterarse de la traición de su lacayo, expulsándolo furiosamente de su palacio para siempre, dejándolo en la calle, sin lugar alguno donde ir. Philip se sentía atormentado, no sabía si lo que había hecho estaba bien, pero luego comprendió que no debía arrepentirse de nada, que lo que había hecho estaba relativamente bien.

El tiempo fue pasando de a poco, pero él se notaba muy distante de la princesa. Algo no andaba bien. Y no fue sino hasta una lloviznosa tarde de agosto, cuando se enteró de algo horrible. Él había sido citado en la habitación de Loraine, ya que Danna y ella tenían algo muy importante que comunicarle, y no podía esperar. Confundido, decidió caminar bajo el goteo incesante hasta el sitio de su cita. Al llegar, fue recibido con un caluroso abrazo por parte de las damas, pero el notaba que algo había pasado, y que eso cambiaría su vida para siempre.

Luego de tomar el té con ambas señoritas, ellas procedieron a contarle a Philip lo que había sucedido. Sus palabras fueron cortantes e hirientes: “Señor, debemos de informarle que la princesa ha vuelto con Alexander a escondidas”. Solo eso tuvieron que decir, para que las lágrimas comenzaran a brotar de sus ojos. Ya no había consuelo que valga para sacarlo de la horrible pesadilla que estaba viviendo. No tuvo más remedio alguno que recoger sus cosas y partir sin rumbo alguno.

Fueron tiempos más que obscuros para el pobre Philip, quien no encontraba mayor desahogo que vagar por las calles, a altas horas de la noche, cantando una canción que no tenía fin, y que no hacía más que mencionar a una princesa que le había roto el corazón. El pobre estaba desconsolado, no sabía qué hacer de su vida, ya que no tenía un hogar donde refugiarse, ni el amor de aquella hermosa princesa que había logrado capturar su corazón con solo una simple sonrisa. La tristeza que yacía dentro de su alma era inmensa, a tal punto que intento quitarse la vida, pero justo unos instantes antes de hacerlo, recordó que había algo que Emma le había enseñado, y era a no rendirse antes de tiempo, ya que uno nunca sabe lo que le depara en el futuro.

Sin más nada por hacer, decidió volver a ahogar sus penas en ese viejo cuaderno, que lo acompañaba a todas partes, pero que hacía mucho que nada se escribía en él. Toda su tristeza fue volcada allí, pero sin resultado alguna, ya que seguía sintiéndose tan miserable como siempre, o aún más.

Pasó así más de un mes, un triste y largo mes, hasta que vagando por aquella plaza central, pasando juntos a los enamorados, recordando viejos tiempos, se cruzó con Loraine y Danna, quienes lo invitaron esa misma noche a una celebración en un palacio. Sin nada por hacer, decidió ir, para ver si al menos eso podía alejarlo un poco de sus penas. Pero no fue así, ya que al llegar a la fiesta logró divisar a la Princesa, la cual estaba con sus dos amigas en un costado del salón. Sin más remedio alguno, tomó coraje y decidió ir a saludar a las damas, sin hacer otra cosa que pensar en Emma. Ya a altas horas de la noche, Philip no podía mas consigo mismo, e intento ahogar sus penas en el alcohol que se encontraba en las mesas. De a poco fue bebiendo esas mágicas substancias, que en vez de ayudarlo, se complotaban contra él, aumentando cada vez más la tristeza que yacía dentro de él. Hasta que algo inesperado sucedió. Desde la otra punta del salón, logró divisar a la princesa, que con firme paso se dirigía hacia él, pero en su cabeza no encontraba razón alguna por la cual ella decidía ir con él. Cuando ya se encontraban uno junto al otro, no hubieron palabras para decir y ambos dos se unieron en un abrazo que todo lo decía. Lo único que la princesa logró decir fue “Perdón”, y en ese instante las lágrimas comenzaron a brotar fuertemente de sus ojos, pero él, no encontró palabra alguna para decir.

Luego de ese día las cosas cambiaron rotundamente. Por más que la princesa seguía con Alexander, el se encontraba feliz por el simple hecho de tenerla a su lado, aunque sea como amiga. De a poco comenzaba a sentirse lleno otra vez, pero en su interior sentía que algo le faltaba. Le faltaba su amor. Y no fue recién hasta septiembre cuando logró encontrar algo de su amor.

Fue en la fiesta del pueblo, donde aquel momento tan esperado llegó. Él se encontraba danzando con una señorita del pueblo, cuando apareció la princesa. Se encontraba tan hermosa ese día que Philip quedó deslumbrado con su belleza. Conversaron un rato, hasta que decidieron ir afuera a conversar tranquilos. Una vez allí se sentaron en el pasto, contra un cerca, y luego de un rato de conversar, un beso los sorprendió a las dos. El momento era tierno e incomodo al mismo tiempo, pero él sintió que nada mas importaba en ese momento, quería que ese momento fuera eterno.

Luego de eso, completamente todo cambió entre ellos, ambos se entregaron a su mutuo amor. En cuanto a Alexander, hay gente que dice que decidió marcharse muy lejos, para no tener que convivir con el presente, pero hay otros que dicen que decidió encerrarse en la torre de su castillo, maldiciendo el día en que Emma y Philip se conocieron, y repitiendo constantemente el nombre de Emma.

Es al día de hoy, que los dos enamorados siguen juntos, disfrutando los placeres del amor, los dos juntos, amándose profundamente. Hasta que un día él decidió proponerle casamiento a la princesa, pero nadie sabe exactamente lo que ella respondió. Lo único que se sabe es que la historia siempre se sigue escribiendo, y nunca va a dejar de ser así…

¿FIN? Eso queda en Uds. Cada uno puede seguir la historia a su modo, imaginando que les deparará en el futuro….

Esta historia se la dedico a mi princesa, mi verdadera princesa, aquella que cada día que pasa hace que me enamore mas de ella y que me hace feliz.




Se viene la segunda parte, pero totalmente ficticia...Estén atentos


Empezando

Este blog lo dedico para transcribir lo que pienso y siento. Muchas veces las cosas no las pienso, ni las siento, solo vienen a mi mente porque si, y decido escribirlas. Puede que se encuentren con historias reales, fictisias, y hasta una mezcla de las dos cosas. Espero que lo disfruten tanto como yo escribiendo...