domingo, 29 de agosto de 2010

El día en que partiste

Es hermoso el disfrutar de las cosas simples de la vida, ya sea el aletear de una mariposa, el zumbido de una abeja, el cantar de los pájaros en la mañana.
Todo lo simple que nos rodea es lo que realmente nos haces felices, no como esas cosas materiales que solo acumulamos para dar cierta impresión de quienes somos, una falsa impresión.

El despertar a tu lado y verte dormir, me hacía tan feliz que no había forma de explicarlo. El calor de tu cuerpo pegado junto al mio durante una larga noche de invierno. Ver llover detrás de un vidrio, mientras estabamos abrazados, sin hacer nada, simplemente, abrazados.
Son todas esas cosas que me hacían feliz. Para mi, verte sonreir era lo mejor del mundo. Esos dientes perlados, esos labios perfectos, lo eran todo para mi. Y cuando me mirabas,... ¡Hay que me hacias saltar de la alegría!, esos verdes faroles que podían iluminar todo el universo, me hacian flotar por el aire, sintiendome tan ligero como el humo de un cigarrillo. Todo eso, era especial para mi.
Pero todo cambió, desde aquel día en el que comenzaste suavemente a alejarte de mi, sonriendo cada vez menos, expresandote casa vez menos, casi haciendo desaparecer ese ser que eras antes para mi. Realmente nunca supe que fué lo que te hizo cambiar así, si fuí yo, si fuiste vos o simplemente fué el tiempo, ese asqueroso y maldito tiempo que todo lo desgasta.
No entiendo en que fallé, si yo siempre intenté dar lo mejor de mi, pero parace que no pude.
Y hoy, al verte partir de esa forma, soltando mi mano de a poco, solo me queda por jurarte, que aunque pasen los años, yo seguiré siempre en este banco de estación, fumando un cigarrillo tras otro, cantando una y otra vez nuestra canción, recordando el sabor de tus besos y el calor de tus abrazos, y esperar, solo me queda esperar, que algún dia vuelvas, y logremos volver a ser tan felices como lo fuimos algún dia.
Los años pasarán, primero lentamente, y luego comenzarán a desvancerse tan rápido, que no sabré cuanto tiempo pasó, pero lo unico que sabré es que la muerte me encontró aquí, sentado, envejesido, con un cigarro en mi mano, y esperandote, solo....esperandote